Saturday, February 25, 2006

La Singularidad está cerca

La singularidad está cerca (*)


Con el alza del petróleo algunos economistas vuelven a anunciar una nueva era de escasez de commodities con precios elevados. Esta tesis, sostenida entre otros por el prestigioso economista e investigador Pablo Gerchunoff, considera que permitirá a la Argentina entrar en una era de crecimiento sostenido por exportaciones primarias.
La incorporación del patrón de consumo y de producción chino e indio en la economía global implica un aumento persistente de la demanda y de los precios de las materias primas, mientras deprime el precio de los bienes industrializados. Además, la política del Gobierno no sería un obstáculo gracias a la frugalidad fiscal y al tipo de cambio real alto. Así, “empezaremos a parecernos a esos países en los que la economía no tiene volatilidad”.
Lamento no ser tan optimista. Está claro que la incorporación de China y la India son tendencias estructurales de largo plazo y que la demanda de materias primas seguirá creciendo. Pero de ahí a creer que los precios seguirán creciendo sostenidamente, humm…
Sin contar la baja de esta semana, efectivamente el petróleo tuvo una suba importante, 182% sobre el promedio de la década pasada. Pero los granos, si les restamos la inflación minorista de EE.UU. han caído un 27%, los commodities industriales están 20% por debajo de los 90’s y el ganado en pie apenas está apenas 2% por encima. La soja, que tuvo una suba empinada, cayó 46% desde sus máximos, está levemente por debajo del promedio de los 90 y, deflacionada, está 30% abajo. De manera que los precios de nuestras exportaciones, sin tomar en cuenta la energía, no han subido. Por otra parte, dada la escasa inversión en energía es probable que en los próximos años dejemos de ser exportadores netos.
Pero esto no es lo más importante. La tendencia más significativa en el mundo es la tasa exponencial de crecimiento del conocimiento. John Mauldin llamó nuestra atención sobre Ray Kurzweil (**), que según Bill Gates es la persona que mejor puede predecir el futuro de la inteligencia artificial. En su último libro, explica que se avecina la “Singularidad”, en la cual nuestra inteligencia devendrá crecientemente no-biológica y será billones de veces más poderosa de lo que es hoy. La tesis es simple, el conocimiento crece a tasas exponenciales y hemos llegado a un punto en que este avance se torna prodigioso. Hay 55.000 ingenieros y científicos nuevos cada año en China, otros tantos en EE.UU. y Europa, y 255.000 más en la India. Son muchos más de los que existieron en todas las épocas anteriores… sumadas. Todo el conocimiento de 1000 años se duplicó en el siglo XIX, volvió a duplicarse en las primeras décadas del siglo XX. En los primeros 14 años del sXXI veremos cambios equivalentes a los de todo el sXX y en los siguientes 7 años un nuevo salto equivalente. Hasta hace poco teníamos un descubrimiento revolucionario por década, ahora son varios: Internet, la nanotecnología, la biogenética… El Proyecto del Genoma Humano empezó en 1990, se creía que tardarían mil años en completarlo. Diez años después, sólo un pequeño porcentaje había sido mapeado. Tres años más tarde estaba terminado. Celera Genomics empezó con nueva tecnología y tardó apenas 2 años. Terminó al mismo tiempo. En una década podremos obtener el análisis de nuestro genoma personal por US$ 1000 y fabricar remedios específicos que prolongarán nuestra vida. Kurzweil estima que las computadoras a fines de siglo serán millones de veces más inteligentes… que Einstein.
En la Technical University de Dinamarca acaban de inventar una tableta capaz de almacenar hidrógeno con bajo costo y alta seguridad. Todavía falta controlar la liberación del hidrógeno, ver cómo lo quemamos y un catalizador más barato que el platino. Pero ese día, el petróleo ya no será necesario. El hidrógeno que está en el H2O que cubre 7 partes de la tierra será energía barata, segura y limpia. Las empresas petroleras desaparecerán junto con las teorías que anuncian la escasez de commoditties.
Estamos en la era de la información y de la flexibilidad, no de las materias primas. La demanda de soja crece, pero la oferta crecerá más rápido. Mientras tanto, la población del mundo se estabilizará dentro de tres décadas, envejecerá, será más inteligente y cambiará su patrón de consumo, ahorro e inversión. Las economías flexibles serán las que prevalecerán.
Según The Economist, EE.UU. tiene 17 de las primeras 20 universidades del mundo, 2 son inglesas y la restante japonesa. "La ventaja del sistema de universidades americanas sobre las europeas es que las americanas no tienen sistema". La flexibilidad del sistema de EE.UU. es inmensa: 19 de las primeras 25 compañías de ese país no existían hace 4 décadas. En contraste, en Francia, ni una sola de las grandes empresas es nueva. El modelo de EE.UU. es la “destrucción creativa” del capitalismo, el único capaz de sobrevivir.
En cuanto a la caída de los precios de los bienes manufactureros, tampoco es novedad; incluso ocurría en la época en que Prebisch hablaba erróneamente del deterioro de los términos de intercambio, porque subestimaba, como ahora, el progreso tecnológico incorporado en los bienes que importábamos.
Pese a todo, coincido con Gerchunoff en que los salarios de los no-educados serán bajos porque competirán con la mano de obra masiva de China y la India. Coincido también en que falta calidad en nuestro sistema educativo y que debería ser una prioridad de cualquier gobierno. Pero no soy tan optimista como para pensar que se ha acabado la volatilidad de nuestro crecimiento, no hay ni un solo indicio que me lleve a pensar eso.
“El mes pasado, investigadores de Dallas anunciaron que son capaces de extender un 30% la vida de un ratón, pero no sólo 30% más de vida, sino funcionalmente más jóvenes de lo que serían de viejos.”

(*) The Singularity is near, Ray Kurzweil, Amazon. www.kurzweilai.net
(**) Kurzweil es uno de muchos genios vivientes. Inventó la primera máquina que puede leer libros para ciegos, el reconocimiento de los caracteres ópticos, sintetizadores musicales, reconocimiento de la voz humana y mucho más acerca de los patrones de reconocimiento. Inc. Magazine lo llamó uno de los 26 entrepreneurs fascinantes y herederos legítimos de Thomas Edison.

Un nuevo partido de Centro Derecha

Fundemos un Nuevo Partido de Centro Derecha
Opinión

Nuestro país nació con la Revolución de Mayo de 1810, pero no fue sino hasta 1860 que nació la Primera República Argentina. Allí, la Provincia de Buenos Aires se sumó al resto de la Confederación que había conseguido organizarse con la Constitución de 1853. Esa Primera República puede resumirse con los grandes hombres que la inspiraron, organizaron y llevaron adelante: Alberdi, Mitre, Sarmiento, Avellaneda, Roca, Pellegrini, Miguel Cané... Muchos de ellos habían sufrido el exilio y habían conocido Europa y EE.UU.. Supieron extraer las nuevas ideas que venían de Francia, Inglaterra y se habían plasmado en Norteamérica: democracia, libertad y educación masiva. El resultado de la implementación de estas ideas permitió que nuestro país pasara de ser una de las áreas más pobres de toda América a ser uno de los primeros 10 países del mundo. La Argentina ofrecía al mundo una tierra de paz, libertad y prosperidad como sólo los EE.UU. podían igualar. Por eso, torrentes de inmigrantes llegaban todos los días. Por más de tres décadas conseguimos mantenernos entre los primeros diez lugares del mundo por encima de la mayoría de los países europeos. Sin embargo, a aquellos grandes hombres les faltó la inclusión de las nuevas mayorías populares al sistema de gobierno. Por eso nació la Segunda República que se fundamentó en dos grandes movimientos populares que han influído en nuestro destino durante casi un siglo. Alem e Irigoyen, buscaron incluir a las mayorías populares en las decisiones políticas. Perón buscó reivindicar las condiciones de trabajo de las clases populares. Lamentablemente, los justos reclamos se tradujeron en una aventura populista. Radicales y Peronistas cimentaron un modelo que promovió una cultura que puede resumirse como la “ley del menor esfuerzo”. Promovieron el asistencialismo, el facilismo, el clientelismo político y el distribucionismo. Todo bajo el disfraz de la “justicia social”. Las mayores diferencias entre ambos son que unos se recostaron sobre la clase media y otros sobre las clases populares; unos utilizaron ropajes democráticos y otros fueron más desfachatados; unos supieron hacer oposición y otros ejercieron el poder. Pero, ambos ofrecieron educación universitaria gratuita y sin esfuerzo, además de subsidios, mejoras sociales y, sobre todo, numerosos empleos públicos. Ambos, se fundaron sobre una estructura “amigo-enemigo”, peronistas-antiperonistas, pobres contra ricos, industriales contra el campo; combatían al capital y a sus representantes, EE.UU., el FMI y los bancos privados. Al mismo tiempo, se enriquecían los bolsillos y generaban un nuevo Capitalismo de Estado, con los nuevos Señores de la Industria Nacional y con los Señores Feudales de las Provincias. Por su parte, los antiguos Conservadores no supieron competir democráticamente, utilizaron los golpes militares para llegar al poder, y con ello, sólo consiguieron hacer perdurar la Segunda República. Crónica de una muerte anunciada: Cien años atrás, un gran estadista ya decía que el radicalismo no era un partido político sino un temperamento, y que por lo tanto no se le podía ganar. Había que dejarlo gobernar todo el país y, entonces, cometerían tantos errores que ya nadie los votaría nuevamente. Pellegrini no pudo prever que por la impaciencia e impericia de nuestra clase dirigente nos llevaría más de 100 años alcanzar ese objetivo. Continuas interrupciones institucionales postergaron la muerte del Radicalismo. En 1930 lo salvó el Gral. Uriburu, en 1966, lo rescató el Gral. Onganía, luego, Menem quien pactó con Alfonsín en Olivos y le ofreció una sobrevida a cambio de la reforma constitucional que le permitiría un segundo período. Finalmente, Chacho Álvarez traicionó a sus seguidores y a toda su generación al pactar con el radicalismo en 1999; y le terminó regalando el gobierno que no habría obtenido por sus propios medios. Pero hoy, creemos que el radicalismo ha muerto. La prueba de esto es que la palabra “radical” que le dio origen, ha cambiado su significado: En lugar de ser extremo, tajante, intransigente, partidario de formas extremas (especialmente en sentido democrático); a pasado a ser sinónimo de: indeciso, lento, flexible, blando, maleable, suave, fofo, inerte, inocuo, vano, vacío, ineficaz, superficial, inoperante, inútil... Murió al menos como posibilidad de Gobierno. Simplemente porque por muchos años va a espantar más votos de los que aporte. Los candidatos con posibilidades formarán nuevos partidos o estarán condenados al ostracismo. Del peronismo, todavía no se puede decir lo mismo, pero está seriamente herido y con grandes posibilidades de desmembrarse. Basta con decir que casi ninguno de sus candidatos puede caminar por las calles sin recibir insultos... o algo peor. La nueva oportunidad: Por fortuna ya no hay más golpes militares. Ahora, peronistas y radicales se han unido nuevamente para designar al presidente actual, a través de una Asamblea Legislativa que tiene escaso o nulo apoyo popular. Así, luego de 18 años de continuidad en el poder, sus gobiernos han desatado la peor crisis de la historia de nuestro país. La hiper-recesión se suma ahora a la inflación que deprime el salario real de los que todavía trabajan. El desempleo alcanzará un 25%, y la pobreza superará el 41% en el Gran Buenos Aires, peor aún que en 1989-1990. Esto puede impulsar una nueva escalada de la violencia. Pero, no hay que desesperar! El idioma chino nos revela que toda crisis encierra peligros y oportunidades. Concentrémonos en esta nueva oportunidad bajo la luz de las enseñanzas del profesor Von Hayek que decía que "Si hemos fracasado en el Primer intento de crear una Sociedad de Hombres Libres tenemos que intentarlo de nuevo. El principio rector que afirma que no existe otra política, realmente progresista, que la fundada en la libertad del ciudadano sigue siendo tan verdadero hoy como lo fue durante los siglos anteriores". Con el radicalismo moribundo y el peronismo fuertemente debilitado, queda un espacio libre para que surja una nueva fuerza política. Lilita Carrió y Zamora podrán dar respuestas al 20% del electorado, el radicalismo, tal vez, no obtenga más de 5 o 10% de los votos y los propios peronistas dicen que estarían contentos si consiguen algo más de un cuarto del electorado. Esto abre una inmensa oportunidad para que surja un nuevo partido de centro-derecha, que defienda las ideas de Alberdi y de Sarmiento, pero esta vez apostando a incluir a las grandes mayorías. El nuevo partido defenderá las banderas del liberalismo político y económico, una democracia capitalista, con economía abierta y de mercado y con un Estado pequeño y eficiente que provea Justicia, Seguridad y Educación, financiado con impuestos bajos, de manera tal de ser competitivos internacionalmente. Para llegar a ello, deberá empezar por hacer una seria Reforma Política y Económica. Incluyendo la eliminación de las listas sabana, la reducción de cargos electivos en todos los niveles, una reforma fiscal con acento Federal y de regionalización del país, etc. Ahora bien, la historia nos muestra que ninguno de los nuevos partidos de centro-derecha han tenido éxito: Nueva Fuerza, UCeDe, Acción por la República... Pero en todos esos casos, se erigieron partidos detrás de un líder fuerte. Y esos líderes, que a veces se decían liberales, eran verdaderamente autoritarios en el manejo de las internas partidarias, y fundamentalmente en la designación de candidatos. Tal vez, el segundo error muy diseminado entre nosotros es que no sabemos trabajar en equipo, nos cuesta escuchar a los demás y flexibilizar nuestras ideas. Y a veces, parece que no aprendemos de nuestros errores. Los posibles candidatos siguen sin trabajar en equipo. Cada uno está lanzando su propio partido o su propia red cívica, duplicando, triplicando, quintuplicando esfuerzos, que en lugar de sumarse se anulan. Así, Patricia Bullrich lanzó Ahora Argentina. Ricardo López Murphy, con su Fundación Cívico Republicana, se propone lanzar su propio partido dentro de algunos meses. Mauricio Macri trabaja por su lado con el apoyo de Francisco de Narvaes, quien, según AF, se está entusiasmando con una posible candidatura propia. Un pequeño grupo lanzó el Partido de 1810. Enrique Aramburu y otros están armando la Unión Popular Liberal Republicana. En San Isidro, tuvo un pequeño éxito el Partido Convocación Ciudadana. En Rosario, otro nuevo partido se ha formado. Y seguramente hay decenas más que todavía desconocemos. Mientras tanto, siguen en vigencia todos los viejos partidos de centro-derecha que conservan 1 o 2% de los votos. Sin embargo, ha llegado la hora de la unión, Argentina necesita un nuevo partido de centro derecha. Pero ésta vez, deberá ser verdaderamente democrático. En lugar de ser verticalista, por primera vez deberá ser formado por muchos, PRECANDIDATOS que se presenten a una Interna Abierta compitiendo por los votos de los ciudadanos. Esa será la forma de predicar con el ejemplo y quien gane la interna, será el mejor candidato para competir por la presidencia. Además, todas las listas deberán ser confeccionadas por votación de los miembros y no por conciliábulos de las cúpulas partidarias. En nuestro querido país, hemos tenido muchos príncipes maquiavélicos, estamos en la búsqueda de un príncipe democrático que sea capaz de fundar la Tercera República, rescatando la libertad política y económica de la primera con la inclusión de las mayorías populares de la segunda. Agustin Etchebarne Es economista, co-fundador de Delphos y co-fundador de Democracia Directa www.democraciadirecta.com.ar 5 de Abril de 2002

Friday, February 24, 2006

Fabricantes de Pobreza II

por Agustín Etchebarne

Nos parece que ha llegado la hora de ver la otra cara de la moneda. Esto es: ayudar, o mejor, -no estorbar- para que los ricos y los pobres puedan crear su propia riqueza.

Si alguien busca su salud, pregúntale primero si está dispuesto a suprimir en el futuro las causas de su enfermedad; y en caso negativo, abstente de ayudarlo. Socrates

Días atrás sostuvimos que la única forma de eliminar la pobreza es crear riqueza. Demasiadas páginas se han escrito acerca de la distribución de la riqueza en nuestro querido país, demasiados discursos sobre justicia social, demasiados sermones sobre caridad, demasiadas páginas sobre la conciencia social que deben tener los empresarios y los ricos, demasiado se ha dicho ya de cómo debemos ayudar a los pobres.
Nos parece que ha llegado la hora de ver la otra cara de la moneda. Esto es: ayudar, o mejor, -no estorbar- para que los ricos y los pobres puedan crear su propia riqueza. La medida más utilizada en el mundo para cuantificar la riqueza de un país es su PIB per cápita; medida que puede sofisticarse cuando se ajusta por el poder de compra de los ciudadanos. Esto es una buena aproximación de la cantidad de bienes y servicios que pueden consumir sus habitantes. A partir de allí, la principal medida de la variación de la riqueza de un país es el crecimiento de su PIB.Ahora bien, un país que crece al 7% anual duplica su PIB cada diez años. Es decir que, si logra mantener esa tasa de crecimiento por 30 años, multiplicaría su PIB ¡ocho veces! Estamos convencidos de que cualquier persona tendrá la oportunidad de vivir mejor en un país 8 veces más rico. Esto no es una utopía, lo han logrado países tan variados como: EE.UU. a fines del siglo XIX y principios del siglo XX; Japón después de la ocupación norteamericana, los Tigres Asiáticos desde 1960 a 1990. En los últimos tiempos, China en Asia, Irlanda en Europa y Botswana en África. En América Latina el panorama no es tan alentador, hay una sola excepción a la malaria general: Chile, que logró mantener tasas cercanas al 7% anual durante casi dos décadas y ahora, con su gobierno socialista, son algo menores. Hubo en la historia otra notable excepción: la Argentina desde la Constitución de 1853 hasta 1930 que, junto con California, fue posiblemente el Estado de mayor crecimiento durante ese período.
La pregunta entonces es ¿Cómo lograrlo? La respuesta es simple, en todos los casos tuvieron tasas de inversión muy elevadas en términos de su PIB, incluso superando el 30%: China entre 30% y 40%, Japón 34,5%, Irlanda 29% y Chile 26,5%. En Argentina, desde 1900 a 1930, mantuvimos una tasa de inversión superior al 30%, mientras que esta tasa fue cayendo hasta niveles del 17% a fines de la década del 80, subió al 20% en los 90’s, se destruyó entre el 2001 y 2002 y vuelve a subir ahora a niveles que, con un poco de suerte, alcanzará el 18% el año próximo. Alguien podrá señalar que, en los últimos dos años Argentina viene creciendo al ritmo deseado para duplicarse cada 10 años. Pero, es evidente que esto sólo fue posible porque la depresión anterior desplomó el nivel de actividad hasta el punto en que se utilizaba apenas el 50% de la capacidad instalada. Mientras tanto, la inversión neta fue negativa y la capacidad instalada caía en el mismo período. De manera que el año próximo 2/3 de la economía ya tendrán altos niveles de utilización de la capacidad instalada y a partir de allí, sólo las inversiones podrán mantener el crecimiento.Dado que el nivel de depósitos privados en nuestro sistema financiero es muy pequeño (18% del PIB, la cuarta parte de los que tiene Brasil o EE.UU.) y que nuestro mercado de capitales es exiguo, la mayor parte de las inversiones sólo podrán venir del exterior. Pero, en ese campo tampoco estamos muy bien: a principios de siglo Argentina atraía el 50% del total de inversión extranjera directa (IED) de América Latina. Luego fue cayendo gradualmente hasta alcanzar un mínimo en la década del ‘80, se recuperó en los 90’s hasta alcanzar un 30% del total, pero el año pasado apenas llegó al 3%. Dos acontecimientos actuales pronostican que, más allá de la recuperación cíclica que estamos viviendo, sólo veremos continuar la decadencia. Primero, los fallos anticapitalistas de la Corte Suprema que resquebrajan el derecho de propiedad, aseguran que la Justicia será un escollo relevante que espantará a grandes inversores por muchos años. La vieja doctrina de la “emergencia”, que sugiere que el país “está por encima de los intereses particulares” y que podría confundirse rápidamente con la doctrina de “facto”. Doctrinas todas ellas vigentes desde 1930 aseguran que la decadencia continuará porque los inversores saben que en cualquier momento pueden ser afectados sus contratos, sus depósitos, sus alquileres, su patrimonio y que la justicia nunca los defenderá sobre todo si piensan invertir más de USD 70.000, según el fallo de Zaffaroni.El segundo hecho culminará en los próximos días cuando el gobierno festeje la renegociación de la deuda. El problema es que aún suponiendo una dudosa gran aceptación de los acreedores, quedará manchado nuestro nombre con el séptimo default de nuestra historia, luego de 3 años de negociar unilateralmente y con una de las peores quitas para los tenedores de bonos. Ambos hechos aseguran que por varias décadas Argentina tendrá mayores tasas de interés y menores inversiones que el promedio de los países emergentes. O lo que es lo mismo, menor crecimiento y mayor pobreza.

---------------------------------------------Artículo originalmente publicado en La NacionSe reproduce con autorizacion de la Fundación Atlas para una Sociedad Libre de Argentina

Una receta para dejar de fabricar pobreza

"Una receta para dejar de fabricar pobreza"

"¿Qué exige la riqueza de parte de la ley para producirse y crearse? Lo que Diógenes exigía de Alejandro; ¡que no le haga sombra!" Juan Bautista Alberdi Todos los gobiernos, la prensa, las iglesias, las ONG y la opinión pública en general coinciden en que hay que distribuir la riqueza y eliminar la pobreza. Cada vez hay más planes para ayudar a los pobres, eliminar el hambre y la desnutrición en nuestro querido país. Pero lo cierto es que en los últimos 30 años la pobreza extrema subió del 8% al 20%; y la pobreza total, luego de dos años de fuerte recuperación, aferra todavía al 47,6% de la población. En ese lapso, el PBI per cápita no creció y la riqueza se concentró: en 1974 el 10% más rico gozaba del 25% del ingreso total, hoy goza del 35%; mientras que el 10% más pobre pasó de tener el 3,1% de los ingresos a apenas el 1,6 por ciento. En los primeros años del gobierno de Carlos Menem se consiguió una breve mejoría pasando del 25% de hogares pobres en 1988 al 14,6% a fines de 1993. Sin embargo, la pobreza volvió a crecer a partir de entonces, especialmente desde 2001; y hoy el 36,5% de los hogares es pobre. Ya es hora de mirar a otros países y replantear las ideas que tan claramente no han funcionado durante 30 años. En ese mismo período, Chile redujo la pobreza extrema del 21% al 8%, gracias a que mantiene un crecimiento promedio de casi el 7% anual desde 1983. ¿Cómo hizo? Primero, reconcilió a su población, logró superar las distintas banderías que los enfrentaron en los sangrientos años setenta. A partir de allí, aceptaron la economía capitalista de mercado y la sensatez en la administración pública. Aumentaron el ahorro y atrajeron capitales externos para invertir entre el 25 y el 27% del PBI (donde apenas 3% es inversión pública); mantuvieron un superávit fiscal, que sólo utilizan cuando cae el precio del cobre. La política monetaria ortodoxa controló la inflación. Pero además, abrieron su economía como ningún otro país sudamericano, hicieron un tratado de libre comercio con EE.UU. y no entraron al Mercosur, por considerarnos demasiado proteccionistas. Modernizaron las leyes laborales para generar empleo e incorporar a la mujer y a los jóvenes al mercado blanco; y mejoraron la educación. Nuestros hermanos chilenos comprendieron que para combatir la pobreza hay que crear riqueza. Nosotros, podemos también invocar a nuestros antepasados que hace 150 años supieron sacarnos de la pobreza más extrema del continente y ubicarnos entre los primeros 7 u 8 países más ricos del mundo. No fue casualidad. El padre de nuestra Constitución, Alberdi, sostenía que ella representaba un plan económico destinado a hacernos "ricos y opulentos". Explicaba que la Constitución se basaba en la escuela de Hume, Locke, Adam Smith, Say y Bastiat. Smith ya había demostrado que el origen de la riqueza se encuentra en el trabajo, y especialmente en el trabajo libre. El mundo siempre tuvo recursos naturales, pero sólo fue rico cuando encontró la manera de liberar al trabajo, la creatividad y a partir de allí generó inventos y avances tecnológicos, es decir: progreso. La riqueza son las ideas: el telar mecánico, el motor a vapor, la bombita eléctrica, el alambre de púa, el teléfono, el telégrafo, el motor eléctrico, la línea de montaje, la penicilina, el avión, el ferrocarril, la televisión, el tractor, la computadora personal, el láser, Internet, la soja transgénica? Tampoco por casualidad surgen en su gran mayoría en el mundo anglosajón. Alberdi se preguntaba: "¿Quién hace la riqueza? ¿Es la riqueza obra del gobierno? ¿Se decreta la riqueza?" Y se respondía, "el gobierno tiene el poder de estorbar o ayudar a su producción, pero no es obra suya la creación de la riqueza". Explicaba luego que "la riqueza es hija del trabajo y del capital y de la tierra", y su principal estímulo es el fruto del trabajo, es decir: la propiedad. Por eso es expresamente defendida por los artículos 14 y 19 de la Constitución. A partir de allí, toda restricción a la propiedad, toda ley, costumbre o fallos, que demoren la restitución de la misma o la ejecución de hipotecas o el cobro de las deudas, implica reducir el estímulo al trabajo y, por lo tanto, son un ataque a la riqueza. Lamentablemente, con la excusa de "distribuir la riqueza", "beneficiar a los pobres", hacer "justicia social", mejorar el "bien común", o estar en "emergencia", la ley y los gobiernos se han dedicado a atacar a la propiedad y al capital. La principal herramienta de ataque utilizada por todos han sido los impuestos: hoy, una persona que gana $ 7000 al año, paga un 55% de sus ingresos en impuestos; y la que gana $ 70.000 paga el 66 por ciento. Para colmo, lo que devuelve el Estado son pésimos servicios de seguridad, justicia, salud y educación. Tan malos que los que pueden los vuelven a pagar al sector privado. Escasez de inversiones Lo mismo ocurre con el ahorro o el capital, que además de padecer el ataque permanente de la retórica populista, sufre leyes de alquiler, intervenciones del Estado, ahorros forzosos, confiscaciones, devaluaciones, pesificaciones, etc. Por su puesto, el resultado de atacar al principal estímulo del trabajo y del capital es la escasez de inversiones, el desempleo y la pobreza. En síntesis, si premiamos la holgazanería, el amiguismo político, la pobreza, el desempleo; y si atacamos al capital y al sagrado trabajo, entonces seguiremos siendo fabricantes de pobreza.

Autor: Agustín Etchebarne
Fuente: La Nación

¡No se renuncia!

¡No se renuncia!
Nos hemos acercado a ese modelo Latinoamericano donde hay una pequeña clase rica rentista y muchos pobres, mientras va desapareciendo la clase media.
Rosendo Fraga constató que hoy somos un país latinoamericano típico y sugirió que si aceptamos esa condición, no estamos tan mal. La semana pasada, el canciller Bielsa se mostró muy contento porque "hemos encontrado nuestro destino Latino-americano". Hoy, estamos más pendientes de lo que les ocurre a nuestros hermanos en Bolivia, Paraguay, Brasil y Chile. Viajar a Europa o a EE.UU. es algo sólo permitido a unos pocos argentinos. Nuestro presidente tampoco puede viajar a Alemania o a Miami porque teme el rechazo, o las venganzas, de los habitantes de aquellos lares que por ventura puede ocurrírseles incautar el famoso Tango 01. Nos hemos acercado a ese modelo Latinoamericano donde hay una pequeña clase rica rentista y muchos pobres, mientras va desapareciendo la clase media. Alfonsín nos devolvió una democracia renga que nos llevó a la hiperinflación. Menem perdió la oportunidad de cambiar la historia, como alguna vez creímos. De la Rúa cumplió su destino catastrófico. Duhalde y Kirchner ya perdieron su oportunidad: Después de la devaluación, en lugar de bajar impuestos volvieron a aumentar el gasto público que en términos reales ya está en los niveles de 1996. La inmediata consecuencia es el aumento de la presión tributaria en 10 puntos del PIB. ¿Pero cuánto pesa el Estado realmente en el bolsillo del ciudadano? Para responder la pregunta tomamos 3 personas de diferentes ingresos: alto ($60.000 anuales), medio ($25.000) y bajo ($6.000). Supusimos que consumen el 100% de sus ingresos y que pagan el 100% de sus impuestos (sabemos que son dos supuestos fuertes). Luego, calculamos el total de los impuestos y cargas que pagan directa e indirectamente: Ganancias, Bienes Personales, IVA, Combustibles, Patentes, ABL, Imp. Cheque, Internos, Inmobiliario, etc. Debemos confesar que no incluimos algunos como el de sellos, y que podemos habernos olvidado de alguna que otra tasa. De todos modos, el resultado es bastante chocante aunque no del todo sorprendente. Del total consumido por la persona de altos ingresos, las cargas públicas llegan al 66%, en los ingresos medios al 58% y en los más bajos al 51%. Esto significa que desde el 1º de enero hasta fin de julio (en promedio) trabajan para el Estado; luego pueden tomarse 15 días de merecidas vacaciones y trabajar para ellos mismos el resto del año. Si hacemos una comparación internacional, veremos que hay muchos países que funcionan muy bien y tienen impuestos igual de altos. El problema es que a cambio nosotros no recibimos nada bueno. La persona que gana $500 por mes, paga al Estado $250 a cambio de mala educación, salud, justicia, seguridad y una jubilación indigna. El de altos ingresos es casi peor, porque a cambio de $3.300 por mes, no recibe ni salud, ni educación, paga seguridad privada, peajes por los caminos; y sólo recibe una mala seguridad y justicia públicas a las que ruega no tener que utilizar porque pondría en riesgo su patrimonio, su persona y su familia. En cuanto a las jubilaciones, bien sabemos todos que el Estado terminó estafando una vez más a los futuros jubilados. Por último, el presupuesto 2004 muestra como el presidente Kirchner no está dispuesto a cambiar este esquema, por un lado estima seguir aumentando el gasto, hasta el 90% del aumento de la recaudación que se obtenga. Y pidió, además, que le autoricen a cambiar (aumentar) cualquier partida que desee sin necesidad de ningún control republicano. Si bien todo esto no lo hemos escrito para defender a Zaffaroni, está claro que sirve para explicar la enorme evasión que hay en todos los estratos sociales, donde los ciudadanos simplemente se defienden del poder absoluto de los gobernantes. Así las cosas, los argentinos estamos dominados por una banda de sátrapas que dilapidan en dádivas y prebendas políticas la mayor parte de los ingresos públicos, sin devolver a la gente el valor de sus impuestos. Pero, si este estado de cosas lo han hecho radicales, peronistas y militares, y el 75% de la población apoya al gobierno. Entonces, ¿porqué nos esforzamos en combatir algo que no es un hecho aislado, una aberración, una monstruosidad; sino un hecho fatal, forzoso, natural y lógico? Sarmiento nos diría "¿Acaso porque la empresa es ardua, es por eso absurda? ¿Acaso porque el mal principio triunfa, se le ha de abandonar resignadamente el terreno? ¿Acaso la civilización y la libertad son débiles…?"* ¿Debemos renunciar a un destino ilusorio de grandeza, de riqueza y de opulencia como el que pensaron Alberdi y Sarmiento? "¡Este porvenir no se renuncia así nomás! No se renuncia porque la tiranía ha triunfado largos y pesados años. No se renuncia porque las brutales e ignorantes tradiciones coloniales hayan podido más en un momento de extravío de las masas inexpertas. No se renuncia porque en un pueblo haya millares de hombres candorosos, que toman el bien por el mal, egoístas que sacan de él su provecho, indiferentes que lo ven sin interesarse, tímidos que no se atreven a combatirlo; corrompidos, en fin, que, no conociéndolo, se entregan a él por inclinación al mal, por depravación; siempre ha habido en los pueblos todo esto, y nunca el mal ha triunfado definitivamente."* "¡No!; no se renuncia a un porvenir tan inmenso, a una misión tan elevada, por ese cúmulo de contradicciones y dificultades. ¡Las dificultades se vencen: las contradicciones se acaban a fuerza de contradecirlas!"