Friday, February 24, 2006

Una receta para dejar de fabricar pobreza

"Una receta para dejar de fabricar pobreza"

"¿Qué exige la riqueza de parte de la ley para producirse y crearse? Lo que Diógenes exigía de Alejandro; ¡que no le haga sombra!" Juan Bautista Alberdi Todos los gobiernos, la prensa, las iglesias, las ONG y la opinión pública en general coinciden en que hay que distribuir la riqueza y eliminar la pobreza. Cada vez hay más planes para ayudar a los pobres, eliminar el hambre y la desnutrición en nuestro querido país. Pero lo cierto es que en los últimos 30 años la pobreza extrema subió del 8% al 20%; y la pobreza total, luego de dos años de fuerte recuperación, aferra todavía al 47,6% de la población. En ese lapso, el PBI per cápita no creció y la riqueza se concentró: en 1974 el 10% más rico gozaba del 25% del ingreso total, hoy goza del 35%; mientras que el 10% más pobre pasó de tener el 3,1% de los ingresos a apenas el 1,6 por ciento. En los primeros años del gobierno de Carlos Menem se consiguió una breve mejoría pasando del 25% de hogares pobres en 1988 al 14,6% a fines de 1993. Sin embargo, la pobreza volvió a crecer a partir de entonces, especialmente desde 2001; y hoy el 36,5% de los hogares es pobre. Ya es hora de mirar a otros países y replantear las ideas que tan claramente no han funcionado durante 30 años. En ese mismo período, Chile redujo la pobreza extrema del 21% al 8%, gracias a que mantiene un crecimiento promedio de casi el 7% anual desde 1983. ¿Cómo hizo? Primero, reconcilió a su población, logró superar las distintas banderías que los enfrentaron en los sangrientos años setenta. A partir de allí, aceptaron la economía capitalista de mercado y la sensatez en la administración pública. Aumentaron el ahorro y atrajeron capitales externos para invertir entre el 25 y el 27% del PBI (donde apenas 3% es inversión pública); mantuvieron un superávit fiscal, que sólo utilizan cuando cae el precio del cobre. La política monetaria ortodoxa controló la inflación. Pero además, abrieron su economía como ningún otro país sudamericano, hicieron un tratado de libre comercio con EE.UU. y no entraron al Mercosur, por considerarnos demasiado proteccionistas. Modernizaron las leyes laborales para generar empleo e incorporar a la mujer y a los jóvenes al mercado blanco; y mejoraron la educación. Nuestros hermanos chilenos comprendieron que para combatir la pobreza hay que crear riqueza. Nosotros, podemos también invocar a nuestros antepasados que hace 150 años supieron sacarnos de la pobreza más extrema del continente y ubicarnos entre los primeros 7 u 8 países más ricos del mundo. No fue casualidad. El padre de nuestra Constitución, Alberdi, sostenía que ella representaba un plan económico destinado a hacernos "ricos y opulentos". Explicaba que la Constitución se basaba en la escuela de Hume, Locke, Adam Smith, Say y Bastiat. Smith ya había demostrado que el origen de la riqueza se encuentra en el trabajo, y especialmente en el trabajo libre. El mundo siempre tuvo recursos naturales, pero sólo fue rico cuando encontró la manera de liberar al trabajo, la creatividad y a partir de allí generó inventos y avances tecnológicos, es decir: progreso. La riqueza son las ideas: el telar mecánico, el motor a vapor, la bombita eléctrica, el alambre de púa, el teléfono, el telégrafo, el motor eléctrico, la línea de montaje, la penicilina, el avión, el ferrocarril, la televisión, el tractor, la computadora personal, el láser, Internet, la soja transgénica? Tampoco por casualidad surgen en su gran mayoría en el mundo anglosajón. Alberdi se preguntaba: "¿Quién hace la riqueza? ¿Es la riqueza obra del gobierno? ¿Se decreta la riqueza?" Y se respondía, "el gobierno tiene el poder de estorbar o ayudar a su producción, pero no es obra suya la creación de la riqueza". Explicaba luego que "la riqueza es hija del trabajo y del capital y de la tierra", y su principal estímulo es el fruto del trabajo, es decir: la propiedad. Por eso es expresamente defendida por los artículos 14 y 19 de la Constitución. A partir de allí, toda restricción a la propiedad, toda ley, costumbre o fallos, que demoren la restitución de la misma o la ejecución de hipotecas o el cobro de las deudas, implica reducir el estímulo al trabajo y, por lo tanto, son un ataque a la riqueza. Lamentablemente, con la excusa de "distribuir la riqueza", "beneficiar a los pobres", hacer "justicia social", mejorar el "bien común", o estar en "emergencia", la ley y los gobiernos se han dedicado a atacar a la propiedad y al capital. La principal herramienta de ataque utilizada por todos han sido los impuestos: hoy, una persona que gana $ 7000 al año, paga un 55% de sus ingresos en impuestos; y la que gana $ 70.000 paga el 66 por ciento. Para colmo, lo que devuelve el Estado son pésimos servicios de seguridad, justicia, salud y educación. Tan malos que los que pueden los vuelven a pagar al sector privado. Escasez de inversiones Lo mismo ocurre con el ahorro o el capital, que además de padecer el ataque permanente de la retórica populista, sufre leyes de alquiler, intervenciones del Estado, ahorros forzosos, confiscaciones, devaluaciones, pesificaciones, etc. Por su puesto, el resultado de atacar al principal estímulo del trabajo y del capital es la escasez de inversiones, el desempleo y la pobreza. En síntesis, si premiamos la holgazanería, el amiguismo político, la pobreza, el desempleo; y si atacamos al capital y al sagrado trabajo, entonces seguiremos siendo fabricantes de pobreza.

Autor: Agustín Etchebarne
Fuente: La Nación

1 comment:

Yanina Etchebarne said...

hola disculpe por la imprudencia de no dar opinion sobre el tema , pero respecto a Ud. si Yo me llamo Yanina Etchebarne Tuesta y estoy buscando familia con ese mismo apellido soy de Peru-Nasca y me gustaria saber mas de su descendecia y me gustaria q me de mas informacion sobre el apellido por favor Gracias.