Saturday, October 10, 2009

Banana Republic


Amigo lector si logras leer hasta el final descubrirás porqué este artículo es optimista.

Este término peyorativo fue creado en 1904 por el humorista y escritor O. Henry. Se usaba para describir ciertos gobiernos, corruptos y tiranos, de los países suramericanos, centroamericanos, del Caribe, Asia y África. Pero a nadie se le ocurría, en esa época, que el término podría terminar utilizándose para la Argentina.

En esos años, la Argentina ya contaba con el PBI más alto de América después de EE.UU. y Canadá. Pocos años después llegó a tener un PBI equivalente al de todo el resto de Latinoamérica sumado. Pero no sólo teníamos una riqueza per cápita que superaba el promedio europeo, Argentina lograba ser el primer país del mundo en desterrar el analfabetismo, aún antes que EE.UU. Así, los que escapaban de la pobreza y de la violencia europea se dirigían hacia Nueva York o Buenos Aires como los dos principales puertos que competían ofreciendo libertad, paz y progreso.

Tal vez el propio éxito alcanzado nos hizo creer que todo había sido fácil. Olvidamos las dificultades de construir 30.000 km de ferrocarriles que cruzaban tierras inhóspitas, semi-desiertas, y donde bandadas de indios nómades guerreros asolaban las poblaciones rurales. Olvidamos la ardua tarea de construir ciudades, escuelas, edificios públicos, el Teatro Colón, los tranvías, el cultivo de las tierras de sol a sol, el crecimiento de la industria incipiente, todo hecho con enorme esfuerzo y tecnología bastante primitiva.
Creímos que la riqueza se creaba sola, “basta con escupir para que salga una flor”, se creía que “la Argentina crece de noche”. Entonces, empezamos a ampliar nuestros derechos, ya no eran sólo la libertad, la vida y la propiedad como fruto del esfuerzo personal, pasamos a tener derecho a una “vivienda digna”, “vacaciones pagas”, “jubilaciones estatales”, “planes descansar”, “aguinaldo”, “estabilidad del empleo público”, “participación en las ganancias de las empresas”, “participación en las decisiones empresariales”, “justicia social”, “propiedad con función social”, “distribución de la riqueza”, “bajar el precio de los alquileres”, “establecer y exigir salarios mínimos”. Era la nueva doctrina de los necesitados: “Donde hay una necesidad hay un derecho”. Surgieron los “planes alimentarios nacionales”, “comida gratis en las escuelas”, “permitir la invasión de tierras fiscales o incluso privadas”, “colchones, chapas, ladrillos, gratis”, y ¿por qué no? “lavarropas, zapatillas, juguetes y vacaciones en Chapadmalal”,… si total sobraba el oro en el Banco Central; ¿porqué estudiar o dar exámenes?, más bien había que facilitarle las cosas a los estudiantes: “ingreso irrestricto a las universidades”, “pasar de grado sin estudiar”, de paso un general le regaló las Obras Sociales para que pudieran financiarse más fácilmente los gordos sindicatos… y todo esto lo recibíamos sólo por ingresar a territorio argentino.

El resultado fue un deterioro institucional de proporciones mayúsculas. Debido al concepto de “Justicia Social”, los jueces resolvieron que ya no tenían que “dar a cada uno lo suyo”, sino que había que evaluar la necesidad de las personas en cada caso particular. Así, ya no tenía sentido condenar a los ladrones, porque los principales eran los propios funcionarios públicos y los sindicalistas y sobre todo los legisladores que creaban leyes expropiatorias con impuestos cada vez más altos, hasta llevarse dos tercios de los ingresos de los ciudadanos. Ya entonces, la Justicia había desaparecido y nadie quedó para defender a los ciudadanos contribuyentes. El clientelismo consolidó a los partidos populistas y las listas sábanas encabezadas con candidaturas testimoniales terminaron por destruir la representación del pueblo y la división de poderes, es decir, la república. El Poder Ejecutivo dominó al Legislativo y el Judicial fue controlado por el Concejo de la Magistratura. Junto a la república se perdió el federalismo, y la Nación absorbió el 70% de todos los recursos fiscales. La partidocracia reinante avanzaba sobre el cuarto poder, La Prensa, cuando ya sabían que no sería defendida por nadie. La riqueza había desaparecido y se culpó a EE.UU., a los ricos, al FMI, a los extranjeros. La pobreza que era apenas un 2% en 1986, subió al 10%, luego al 20% y hoy supera largamente el 30%. Finalmente, el gobierno creyó que era demasiado y decidió reducirla sino en la realidad, al menos en los informes del INDEC.

Pero cuando ya todo estaba perdido, el pueblo empezó a despertar. El campo dijo ¡Basta de impuestos!, las organizaciones sociales y los grupos de izquierda dijeron ¡Basta de pobreza! Y las organizaciones civiles gritaron ¡Basta de mentiras! y de manipular las estadísticas. De pronto, las encuestas empezaron a mostrar que el gobierno populista tiene un 80% de imagen negativa, y por más que intente dar grandes demostraciones de poder, y de cometer los últimos atracos, todo indica que el poder se les escapa entre las manos dejando un enorme y preocupante vacío que hasta ahora no supo ocupar la oposición.

Sin embargo, las condiciones están dadas. El pueblo está esperando un grupo de líderes con sólidos valores que sepan guiarlo hasta recuperar la senda del progreso, que no es otra cosa que recuperar los valores de nuestros padres fundadores: “Libertad, libertad, libertad… o juremos con gloria morir”.
Agustin Etchebarne
Foro Republicano

1 comment:

Adrian Fols said...

Estimado Agustin, coincido plenamente con vos acerca del clientelismo nefasto, no obstante, creo que no estoy de acuerdo al hablar de la Argentina de 1910 como "el gran país".

En esa época, no hay que olvidarse, los únicos ricos eran los ricos. ¿clase media? no existía y el granero del mundo... llenaba los bolsillos de muy, muy pocos.
Era un país muy rico... pero con la mayoría muy pobre. Nos comparamos en esa época a Canada y Australia. En esas sociedades no había tanta desigualdad.
Esas desigualdades del conservadorismo son las que llevaron al caos posterior.

Conicido con varias de las cosas que proponen uds. como soluciones, sinceramente no estoy de acuerdo con el diagnóstico.

Igualmente brindo (aun en la discordancia) por una Argentina mejor.
un saludo.

Adrian Fols
ffols@hotmail.com